jueves, mayo 13, 2004

En el sótano de Unione e Benevolenza, comprado o alquilado eternamente por Ultrapop, tocaron Doris y Mist. Los primeros, una gran banda porteña en ascenso, los segundos, unos holandeces poco conocidos por estas pampas, que se desenvuelven muy bien en el ámbito del pop post ok computer.
Los muchachos argentinos dieron cátedra de ese rock de guitarras disonantes, a la escuela de la juventud sónica, aunque, por momentos, se volvían más colgados, muy psicodelicos y muy divertidos. Hasta hubo un momento lo-fi, con tecladitos baratos y guitarras punteadas. Cuando terminó, se pusieron a desarmar los equipos y la escenografía (un enrejado de cintas que colgaba desde el techo) ellos mismos ("los plomos son las mucamas del rock", dijo alguien por ahí)
Al rato subieron los de Mist, muchachos con más edad, cultores de ese pop bien REMoso, los temas de Radiohead más potentes pero sin los efectos en las guitarras, la verdad, nada del otro mundo, baladitas agradables, pero eso yo ya lo vi. El cantante hablaba con un acento español medio raro, y se hacía el simpatico con gritos de "Buenos Aires" o preguntaba qué hacíamos ahí, si no tenía nadie que trabajar al día siguiente... En la agenda de global-art.com los describían con algo así como "pop maravillosamente orquestado", no se si se habrán tomado la dedicación de escucharlos, o tal vez se olvidaron los arreglos de tanto viaje...