lunes, julio 04, 2005

Ataque de Tos

En la Buenos Aires postcromanión, no quedan muchas más opciones que refugiarse en conciertos de música "académica" (o "erudita" o "contemporánea" o cualquier nombre pelotudo que se le pueda a dar a esa música que continúa la tradición de Bach, hoy día). La oferta de conciertos por lo general es muy pobre, porque la mayoría de los instrumentistas se dedican a tocar música de 2 siglos atrás, pero cada tanto surge alguno, electroacústico o para piano solo, para trío, no mucho más. Raro es ver una pequeña orquesta, salvo si es la "semana de la música contemporánea", el único momento del año donde se despliega una importante cartelera. Pero extrañamente, este fin de semana hubieron dos conciertos para volar pelucas.
En el centro cultural recoleta ("el castillito de Kropfl", también le dicen) hubo un concierto de piano, el viernes. Todas obras compuesta a partir de la segunda mitad del siglo xx, interpretadas por un pianista increíble, (Cesar Vuksic) que si tocara con Mercedes Sosa sería un Marto Argerich cualquiera.
En el Centro de Experimentación del Teatro Colón ("el sótano", "las catacumbas", etc) tocaron integrantes del EnsambleInterContemporaneo, en honor al cumpleaños de Pierre Boulez. A diferencia del escaso público del microcine recoleto, el subsuelo del palacio de la música estaba lleno, más allá de las butacas. Gente parada o sentada en el piso (si no hay guitarras, no se incendia nada), un público eterogéneo, donde se veían conocidos músicos argentinos, señoras pacatas con pieles (y sin pieles, la decadencia de la pacatería nacional) jóvenes melómanos, etc. El repertorio incluyó piezas del homenajeado, y de su "circulo", como dijera la cantante-presentadora: Amy, Messiaen, Bartok...

Evidentemente, estamos llamados a elevarnos hasta golpear nuestras cabezas contra el techo, como en el concierto que cuenta Masliah en su cancion, pero algo nos lo impide. -Recuerdo una de Sabina que contaba porqué no fue consagrando los actos del buen samaritano, excusándose en "ataques de tos".- Tal vez sea la pobreza de este país, o el bajo presupuesto destinado a la salud pública, o una epidemia que inunda las salas de conciertos, sobre todo los que no tienen nada de amplificación. La gente que viaja y puede distinguir los públicos de las distintas partes del mundo por alguna característica, dice que el público de aquí tose. Tose mucho, y si no tose carraspea, golpea el piso con el pie, se suena los mocos, se sube o baja el cierre de la campera, o del pantalón (creerán que no, pero en ese ambiente hace mucho ruido).
Yo también soy fanatico de Cage, que en su genial 4'33'' nos dijo que eso también es parte de la música. Y si recuerdan, hace un tiempo defendí a uno que, en un concierto de improvisación en el Goethe, se puso a improvisar a la par de los músicos, percutiendo sobre quién sabe qué, dandole vida a esa pobre música inherte que hacían. Y al pobre lo echaron. Pero esto está pasandose de rosca.
Ni hablar que el viernes no cerraron la puerta del microcine, por lo que, además de obras de Gandini y Antheil tuvimos que escuchar las voces de los empleados del centro cultural, en surround; el domingo, algún padre ávido de mostrarle la mas pura música, llevó al Colón a su crío, de 5 años como mucho. El nene, es un nene, no entiende que en semejante lugar no se habla, ni tiene porqué saberlo. Pero cada vez que hablaba, el padre le decía que se calle. En eso, alguna señora le chista, y un tipo exclama "dejen que se exprese, es un niño". Falta Fellini y un par de trolas del año 30, y estamos en un ambiente genial, pero no en el lugar al que habíamos ido. La cantante evidentemente se desconcentraba (por si fuera poco, el pibe estaba sentado en el piso al ladito del escenario) y le pidio por favor a su padre que tuviera un poco de respeto y sacara al niño de la sala. Pero si esto aún es discutible, las actitudes de la gilada con evidente mayoría de edad (y por mucho) son merecedoras de la horca o alguna pena peor. Una señora quiso sacar un clarinete que reposaba sobre una silla que estaba sobre el escenario, para sentarse sobre ella. Un tipo se levantó y fue hasta atrás del escenario para atender su celular, en fin.
Yo pensaba que uno iba a ese tipo de conciertos por el placer de escuchar, que por cuestiones de status y pelotudeces similares se iba a escuchar a Beethoven, y que para esa clase pacata argentina, eso que tocaban ahí abajo "no es música". Tal vez el nombre de Boulez llama a las elites con clase de la ciudad. Lo que fuere.


Por suerte los conciertos estuvieron geniales, y si alguno quiere ver algo, este miercoles siguen los festejos por el bueno de Pierre. En el recoleta, a las 8 30, hay electroacústica+ instrumentos del EIC. Es gratis.